Patrimonio de Adra

Su fundación en el siglo VIII a.C. por los fenicios convirtió a Abdera en un excepcional enclave comercial.

Los restos arqueológicos encontrados en las excavaciones llevadas a cabo en el Cerro de Montecristo, enclave donde se asentó Abdera, revelan además, un pasado púnico a partir del siglo IV a.C., si bien anteriormente pudo ser colonia griega como sugiere su nombre. El Cerro de Montecristo está catalogado como Bien de Interés Cultural.

Para algunos historiadores, Abdera es una fundación fenicia, apagada por los Tartesos, reavivada por los griegos, los cartagineses y los romanos.

A finales del siglo II a.C. Roma domina la costa hispánica y también la de Abdera que será incluida en la provincia de Hispania Ulterior.

Los romanos transportaron desde las costas abderitanas a diferentes ciudades del entorno mediterráneo los salazones y el «garum», producto muy apreciado en la cocina romana. Testigos de la importancia y fama de los salazones de Abdera son las monedas acuñadas en su ceca. Los ases y semiases de los años 44-45 a.C. con una cabeza barbada en el anverso y en el reverso un delfín y un atún encontrados con la leyenda fenicia, debajo, ABDRT (Abderath).

Abdera decae entre los años 23 a.C. y 25 d.C., si bien a partir de esta última fecha comienza a rehacerse para alcanzar un gran esplendor en el periodo que va desde los años 175 a 225 d.C.. Durante el final de la dominación romana la ciudad sufre una recesión económica (siglos III y IV), aunque existió población con cierta continuidad hasta el siglo VI.

Bizantinos y Visigodos ejercerán su influencia en Adra en los siglos VI y VII.

El proceso de islamización de la comarca en la que se encuentra Adra no se completará hasta finales del siglo IX. Un núcleo importante de población se repliega hacia el interior, a la zona que ocupa en la actualidad la barriada de La Alquería. Según hipótesis de algunos historiadores, en el periodo nazarí, costa e interior pervivieron al abrigo de sus núcleos defensivos.

El año 1489 señala el final del dominio musulmán en la Península con las capitulaciones de Baza, en ellas se pacta la entrega a los Reyes Católicos de las ciudades de Almería y Guadix; antes de finalizar el año se entregaban el Alto Almanzora, la ciudad de Fiñana, y muy poco tiempo después lo hacían La Alpujarra y Adra.

En 1505 la reina Juana de Castilla facilita el asentamiento de cristianos junto al castillo (mandado construir por los Reyes Católicos). Este asentamiento de población recibió la denominación de Adra La Nueva (para distinguirla de Adra La Vieja, La Alquería).

Alrededor de la población (Nueva) se levantó una muralla de protección de la que actualmente se conservan tres torreones y algunos lienzos.

Desde la segunda mitad del siglo XVI Adra desempeñó un importante papel, en la economía de la comarca, como vía de exportación e importación de productos a través de su puerto; pero será la caña de azúcar, su cultivo (desde 1577) y posterior transformación en otros productos, lo que supondrá el principal motor de la economía abderitana hasta mediados del siglo XX.

El aumento de la actividad comercial con otros puertos mediterráneos despertó el interés de comerciantes italianos (genoveses y milaneses); estos adquirieron gran poder en la villa abderitana al controlar el cultivo y transformación de la caña de azúcar en los ingenios creados por ellos.

Por otro lado y de forma paralela (s. XVIII), el sector pesquero se desarrolla en los importantes caladeros existentes.

En el siglo XIX será la industria metalurgia del plomo, junto con la mencionada industria azucarera, uno de los grandes factores económicos determinantes de la historia reciente abderitana. En 1822 se construye la fábrica de «Rein y Cia» denominada «Fundición Grande» cerca de la Torre de los Perdigones, que en la actualidad es el símbolo más representativo de Adra. En esta fábrica se introducen los primeros hornos de fundición ingleses que dieron gran resultado, además en 1827 se instala una máquina de vapor de 25 CV, lo que hace a esta fundición adquirir la condición de ser una de las primeras de España en utilizar la mencionada tecnología.

Ya en siglo XX, en 1911, se inicia la construcción del actual puerto de Adra.

La industria del azúcar ha supuesto en Adra un gran impulso para su economía, desde mediados del s. XVI y sobre todo en los siglos XIX y XX. Diversos ingenios y fábricas han desarrollado su labor productora y transformadora en distintos puntos estratégicos de la localidad. En 1909 se creó la sociedad «Azucarera de Adra» que empezó a funcionar en 1910; pero el cambio que paulatinamente se iba gestando en el sector agrícola y la caída de precios de la caña de azúcar causaron un descenso de la producción azucarera.

En 1972 la última fábrica azucarera abderitana cerraba sus puertas definitivamente.

En la actualidad el sector agrícola, con la agricultura intensiva o bajo plástico, es la base económica del municipio; aunque no podemos pasar por alto la espectacular actividad económica que genera el sector servicios, especialmente el campo de la construcción.

Enlace al patrimonio de Adra. Interesante recorrido por su patrimonio más característico, desde sus construcciones religiosas a sus edificios civiles. 

http://www.adraturismo.com/descubrenos/cultura.html