San Indalecio: Patrón de Almería
San Indalecio es uno de los 7 Varones Apostólicos que anunciaron el evangelio en la Península Ibérica en el siglo I. Fueron discípulos del Apóstol Santiago, en su primer viaje a España y estancia en la Colonia César Augusta (hoy Zaragoza); le acompañaron después hasta Roma y, luego, a Jerusalén. Fueron ordenados obispos en Roma por San Pedro y San Pablo, y enviados a Hispania a predicar la fe católica.
Sus nombres son:
Torcuato en Acci (Guadix),
Tesifón en Verji (Berja),
Esiquio en Carcese (Carcesa,Jaén),
Indalecio en Urci (Almería),
Segundo en Abula (Abla),
Eufrasio en Iliturgi (cerca de Andújar), y
Cecilio en Elvira (próxima a Granada).
San Indalecio nació en Caspe (Aragón), única ciudad en el mundo que conserva viva la memoria local de su nacimiento. En Zaragoza ayudó al Apóstol Santiago en la construcción del primer camarín a la Virgen.
San Indalecio funda la Sede Episcopal de Urci, ciudad romana. Aquí llegó, no sin salvar dificultades, fatigas, persecuciones y tormentos. Esparce generoso la semilla de la verdad del Evangelio que sella con el testimonio de su vida hasta el derramamiento de sangre. Su martirio será el sello de la autenticidad de su entrega.
San Indalecio fijó su sede episcopal en la ciudad de Urci (actual Pechina), que con el tiempo fue trasladada a Almería. Los obispos de Almería se tienen como sus sucesores. De Urci pasa a Granada, Cartagena, Lorca, Murcia, Elche, Orihuela, Alicante, Valencia, Alcañices y Segorbe. Luego pasa a Tarazona, Zaragoza, Oca, Burgos, Toledo y finalmente a su querida Urci. Murió mártir, se sabe que fue arrojado al mar y posteriormente enterrado en Urci.
De aquella vieja población romana, que fue Urci, quedó una pequeña villa, hoy Pechina. En su iglesia reposaron enteros los restos de san Indalecio.
En el siglo XI, un capitán mozárabe llamado García Arnáez, acompañado de unos monjes benedictinos, hizo el traslado de los restos sagrados al Monasterio de san Juan de la Peña. Así quedaban custodiadas las venerables reliquias del aragonés que un día fuera discípulo de Santiago.
El abad de San Juan de la Peña, se embarca en la empresa de buscar los restos del cuerpo del santo y trasladarlos a dicho monasterio. Junto con otros monjes viaja hasta Urci. Allí, en sueños, un ángel le revela el paradero de la tumba. Una vez exhumados los restos, van subiendo al norte siguiendo el Mediterráneo, hasta que en marzo de 1084 llegan al monasterio pirenaico. En abril de 1187, 238 pueblos de la zona de San Juan de la Peña hicieron Solemne Voto de acudir una vez al año, en torno a la Solemnidad de Pentecostés al monasterio para que el santo concediese agua para los campos y serenidad para las cosechas.
Desde ahora, este histórico monasterio, situado en plena ruta jacobea, cobraría más importancia y sería estación obligada para muchos peregrinos europeos que, en su caminar al sepulcro del Apóstol Santiago, entrarían allí para venerar al gran discípulo del Patrón español.
Los avatares históricos por los que atravesó el Monasterio de san Juan de la Peña después de las leyes desamortizadoras, obligaron a un nuevo traslado de los restos de san Indalecio.
Tras la Desamortización, la urna con los restos del santo fue trasladada a la Catedral de Jaca.
Arqueta de plata con las reliquias de san Indalecio en el altar de la Catedral de Almería
Gracias a las gestiones del obispo D. Rosendo Álvarez Gastón se devolvieron ciertas reliquias que fueron colocadas bajo el altar de la S. A. I. Catedral de la Encarnación de Almería y en el Seminario Conciliar de San Indalecio de Almería. Es el santo patrón de la diócesis de Almería, del pueblo de Pechina y del Seminario Mayor de dicha diócesis. Su fiesta es el 15 de mayo, aunque la solemne procesión suele trasladarse al domingo más cercano si la solemnidad cae en un día no festivo en el calendario civil.