Altar Mayor

El retablo del altar mayor anterior a la contienda civil fue quemado en su totalidad. La iglesia estuvo bastante tiempo sin retablo y sin imágenes de bulto, así como sin imagen de la patrona, la Virgen del Rosario. Del retablo antiguo existen pocos datos. De los retablos menores tampoco existen datos. Se dice que el retablo mayor era de estilo barroco, policromado con dos hornacinas a cada lado, a modo de altares pequeños. El retablo mayor estaba labrado y tallado e incorporaba estas dos hornacinas, todo de la misma madera. En el centro un gran lienzo con un crucifijo presidiendo el retablo del altar mayor. Debajo se encontraba el Sagrario. En la hornacina de la derecha se encontraba una Virgen y en la hornacina de la izquierda un Cristo Resucitado. Este Cristo Resucitado procesionaba el Sábado Santo después de la vigilia pascual. En cuanto a la Virgen que se encontraba en el retablo del altar mayor, no se conoce su advocación. ¿Era la imagen de la Virgen del Rosario o era otra advocación? Algunas fuentes dicen que la antigua talla de la Virgen del Rosario se encontraba en un precioso retablo de estilo barroco en el lateral izquierdo del crucero y que el retablo era dorado. La talla de la Virgen del Rosario se rumorea que era del escultor murciano Salzillo. Digo se rumorea ya que no existen documentos que autentifiquen dicha procedencia. Después de consultar el catálogo de obras de Salzillo, no aparece ninguna obra encargada por la parroquia de Roquetas al imaginero. Sin embargo, y éstas son hipótesis personales, yo me decantaría que dicha imagen, de ser la escuela murciana, era de la obra de Roque López, discípulo de Salzillo. Contrastadas las fechas se puede decir que es difícil que la imagen fuera encargada a Salzillo, ya que fallece en 1783 y los últimos años de su vida estaba prácticamente ciego. La virgen del Rosario no es elegida patrona hasta 1797. Por lo tanto de ser de la escuela murciana existe más probabilidad que fuera de Roque López. Podemos barajar diferentes escenarios y es que la talla no fuera encargada directamente al autor y se hubiera comprado a algún particular o institución religiosa que poseía dicha imagen. Roque López en su taller solía tener varias vírgenes del Rosario de las cuales no se conoce su procedencia. También es posible que la imagen de la Virgen del Rosario procediera de las iglesias de Orán, donde Salzillo había mandado diversos trabajos de sus talleres. Esta ciudad fue abandona por los españoles tras el terremoto de 1792. Aunque en esa fecha la titular de la parroquia no era aún la Virgen del Rosario y es difícil pensar que dicha advocación de un autor tan importante como Salzillo se entregara a una nueva iglesia que no tenía titular. La mayoría de la imaginería y los diferentes ornamentos religiosos fueron distribuidas entre las iglesias más pobres de la diócesis de Cartagena y archidiócesis de Toledo, aunque algunos elementos recaen en parroquias de la diócesis de Almería. No existe ningún dato, ni indicio que a la parroquia de Roquetas viniera pieza alguna. Todas estas cábalas son suponiendo que dicha talla fuera de Salzillo o de su escuela. Tampoco es probable que en un templo nuevo y con una población económicamente limitada se fuera encargar una obra a un prestigioso imaginero si esta advocación no era la titular del templo. Tiene sentido que después de elegir al titular se hubiera pensado en una cierta talla de un autor de renombre e importancia. Por lo tanto es a partir de 1797, cuando la Virgen del Rosario, es elegida patrona cuando se puede pensar que se adquirió dicha imagen de cierta importancia artística.

Ntra. Sra. del Rosario (Sucina, Murcia). Obra de Roque López. ¿Pudo ser parecida la imagen destruída en la Guerra Civil a esta imagen?

En los catálogos de Roque López existen diferentes tallas de la Virgen María en su advocación del Rosario sin procedencia, ¿pudo ser la anterior imagen una de estas? Los hermanos del difunto Francisco Salzillo actuaban de intermediarios en algunas ocasiones para transmitir a Roque López los encargos. A ello es debido a que algunas personas de los que hacían el encargo desconocían de la muerte de Francisco Salzillo o se les pedía orientación sobre quien era el más apto para tallar lo que deseaban. Sin duda alguna Roque López fue el mejor discípulo de Francisco Salzillo y de su escuela. Roque López murió en 1811 a consecuencia de la fiebre amarilla. No fue el primer discípulo que recibió Salzillo, pero si el más aventajado. Cuando fallece Salzillo es Roque López quien heredó su puesto, ganado por méritos propios por su extraordinaria asimilación de las prácticas artíticas de Salzillo.

En el catálogo de Roque López encontramos una Virgen del Rosario de la cual se ignora su procedencia y que fue encargada al hermano de su maestro, encargo realizado a Patricio Salzillo. Esta Virgen del Rosario es o era de seis palmos y dos dedos, de vestir, con niño. El precio fue de 600 reales de vellón y el año del encargo fue 1800. Dos años después de ser elegida en sorteo público la patrona de Roquetas. ¿Fue esta la imagen que hubo en la Parroquia y que fue quemada al comienzo de la Guerra Civil?

Niño Jesús de Roque López

La manera de trabajar de la escuela de Salzillo, o escuela murciana o levantina, y en este caso concreto, la manera de trabajar de Roque López, consistía en elaborar diferentes imágenes. El taller tenía cierto matiz de comercio y se podría decir que se trabajaba en serie como si de una cadena de montaje se tratara. Las imágenes de vírgenes y cristos quedaban almacenadas en el taller a la espera de los encargos. Una vez recibido el encargo en concreto, la imagen se personalizaba. Si se encargaba una Virgen del Rosario, la imagen que ya estaba elaborada en el taller se personalizaba con las características de esta advocación. Francisco Salzillo creó una verdadera escuela y fueron muchísimas sus producciones. La guerra civil pasó una terrible factura ya que innumerables imágenes fueron quemadas e iglesias saqueadas y pasto de las llamas. El sureste español fue del bando republicano, lugar primordial por donde la obra de Salzillo estaba extendida. La Virgen del Rosario de Roquetas fue una de esas tallas que se quemó, aunque el niño fue salvado de las llamas.

En frente a este retablo menor se encontraba la Virgen del Pilar que había sido donada por los roqueteros residentes en Orán (Argelia).

Otra pieza escultórica que desapareció en el saqueo y quema al comienzo de la Guerra Civil, fue una cruz de piedra que existía en la iglesia encima de la pila del agua bendita en la entrada de la puerta principal.

La parroquia estuvo sin imagen de la patrona desde 1936 hasta 1940, pero estuvo aún más tiempo sin retablo mayor, desde 1936 hasta 1957.

 ALTAR MAYOR

El INC (Instituo Nacional de Colonización) realizó el proyecto de la Ampliación de Roquetas de Mar en 1954. Jesús de Perceval diseñó en 1957 para la iglesia de la Virgen del Rosario un retablo sobre Escenas de la Virgen formado por siete cuadros al óleo: Anunciación, Visitación, Presentación en el templo, Nacimiento, Asunción, Sagrada Familia y Huida a Egipto. Hace unos años el ayuntamiento encargó una vidriera circular, situada en el coro de la fachada principal, según un boceto realizado por Perceval.

Es la única obra realizada por este pintor en las iglesias de los pueblos de colonización. Según una entrevista realizada a Luis Cañadas, comentaba que recibió el encargo porque conocía a una sobrina de Francisco Prieto Moreno, entonces Director General de Arquitectura y conservador de la Alhambra y la Alcazaba de Almería. El Obispado no intervino durante la realización del trabajo y cree que seguramente prepararía algún boceto para que aprobasen el retablo. La temática era libre a partir de la advocación de la parroquia a la Virgen de la Fuensanta, en la cual Perceval pintó su retablo. A finales de los años sesenta cambió su estudio y perdió el contacto con Prieto Moreno.

El retablo ha sido modificado de su posición inicial. Se han separado los diferentes lienzos, para colocar entre ellos diversas molduras doradas.  Hay que pensar que estas obras artísticas fueron pensadas en los años sesenta, en una época económicamente difícil, con pocos medios materiales. Las paredes eran blancas tanto exterior como interiormente y las obras se diseñaron para ese ambiente.

El retablo mayor de la iglesia es de Jesús de Perceval de 1957.

De clara influencia de Zabaleta es el bello y colorista retablo. Las formas las representa muy delimitadas, con perfiles nítidos y gran detallismo, resaltando todos los volúmenes y enfatizando los contrastes de luces y sombras. En los diferentes lienzos que componen del retablo podemos apreciar muchos rostros, que es casi una seña de identidad de Perceval. Son caras clásicas con una expresión nueva, con colores vivos, de pinceladas breves y seguras, cargadas de óleo y acentuadas formas redondas dotadas de una gran plasticidad.

Del Políptico del Templo Parroquial de Nuestra Señora del Rosario. Ayuntamiento de Roquetas de Mar con motivo de la restauración del retablo y de la iglesia en 2005.

Detalle de las molduras incorporadas a los siete lienzos del Altar Mayor. Extraído del  quinto cuadro: La Presentación de Jesús en el Templo y Purificación de María .

La restauración del retablo en 2005, con motivo de la restauración integral del templo, fue llevada a cabo por María Ester Trujillo Sánchez. Los 7 cuadros fueron desmontados de su emplazamiento para llevar a cabo dicha restauración.

Estamos ante una de las muchas obras de carácter religioso que a lo largo de su vida realizó Perceval. Se trata de un retablo compuesto de siete cuadros, dos de ellos de 1,35 x 1,35 m y el resto de 1,94 x 1,34 m, colocados alrededor de una imagen de la virgen del Rosario, advocación a la que está consagrada la iglesia. Los cuadros narran siete momentos de la vida de la virgen, desde la Anunciación hasta la Ascensión. Para este encargo que recibe el artista, de los muchos registros que como pintor podía ejercitar, escoge uno en el que se sentía muy cómodo. Dentro de la admiración que el mundo clásico ejerció sobre él, serán la perspectiva y los juegos arquitectónicos los que determinen la obra a realizar. Pero no era sólo admiración, era convicción. Ya en la bienal del 51, a propósito de La degollación de los inocentes, había afirmado  que se trataba de “dar una lección plástica en el concierto mundial de las bellas Artes, una vuelta a lo formal y arquitectónico…”, idea ésta a la que siempre se mantendrá fiel. El arte “vivo” en su época parte de una situación de crisis para llegar a unos resultados de una vigencia universal.

En la obra de Perceval veremos la aceptación y superación de esa crisis. A pesar de jugar con la perspectiva clásica, a pesar del tratamiento de la atmósfera y de la luz, a pesar de las arquitecturas (El Nacimiento de Jesús en Belén) las formas son transfiguradas para lograr algo, que partiendo de la realidad (que el pintor nunca perdió de vista), se convierte en otra cosa, un segundo mundo, un mundo plástico. Con un concepto escultórico de la pintura, veía el mundo como un conjunto de formas en tres dimensiones. Y esas formas son llevadas al lienzo en una esquematización geométrica no sólo sin intentar ocultarla sino intensificando sus perfiles para hacerlos más expresivos, más reveladores. Perceval acepta las líneas maestras del cubismo en una dirección que proviene directamente de Cezanne y más lejos en el tiempo de Zurbarán, pero fabrica su propia sintaxis, su propio lenguaje, a través del cual expresará una personal visión del mundo y de la pintura. Junto a las nombradas son muchas las aportaciones que le llegan al artista, y sin embargo estas aportaciones, una vez pasadas por el tamiz de su genio creador se convierten en estilo propio, es decir, en una manera de hacer que reflejan su auténtica personalidad. No renuncia a los juegos metafísicos, a la composición con círculos insertados en cuadrados y a las diagonales que juegan a triangular el espacio y la composición. En todos los cuadros que forman el retablo estarán presentes, pero será en La Presentación de Jesús en el Templo y en La Visitación de María a su prima Isabel donde adquieran un mayor protagonismo. Las audaces abstracciones de la geometría y los pigmentos planos quedan subordinados al servicio de una expresión directa e inteligible, dando a sus colores la rutilancia de una piedra preciosa, (el manto de la Virgen parece hilado con zafiros en La Encarnación del Hijo de Dios), pero estos colores puros están siempre al servicio de las figuras representadas, de las vibraciones del paisaje que los rodea o lo que se percibe tras una ventana, como es el caso de La vida de la Sagrada Familia, logrando con los colores la profunda y misteriosa realidad del subconsciente, pero sin olvidar el lugar preferente que ocupan sus intenciones racionales y conscientes. El colorido será alegre y chillón, en tonalidades puras, como si el color hubiera tenido prisa por ir del tubo al lienzo.

En la pintura de Perceval se advierten dos aspectos contradictorios que al sumarse producen un resultado muy positivo: lo popular de una parte y lo culto de otra. Es una doble vigencia, una atracción simultánea por el pueblo y la cultura. Ambos están en su psicología y en su personalidad, dentro de lo que Rafael Florez llamaba (al hablar de Zabaleta) realismo expresionista español. Las distorsiones del expresionismo no llegan a la deformación, hay una contención formal, en cierto modo neoclásica que le impide ir más allá de ciertos límites en la agudización de las formas. Los volúmenes quedan cerrados y prietos, la construcción del cuadro acabada y total. La luz y la sombra son relaciones de color. El dibujo puro es una abstracción. La forma y el contorno de los objetos se manifiestan por los contrastes y las oposiciones que resultan de sus coloraciones particulares. A medida que se pinta, se dibuja. Con ello no queremos decir que no trabajara con un muy completo dibujo preparatorio de la obra (pruebas fotográficas existen de ello) sino que la justeza del tono da, a la vez, la luz y el modelado del objeto. Cuando más se armoniza el color, más va precisándose el dibujo, sin olvidar que este será el que vertebre su obra. Estamos de acuerdo con Baudelaire cuando afirmaba que los dibujantes puros son filósofos y alquimistas de quintaesencias, y así, de esta manera, se nos representa Perceval en esta obra, cual alquimista medieval en busca de la piedra filosofal de la pintura. La energía de su vibrante pintura, cuya trama intelectual no pretende ocultar, es la que ocupa el lugar más destacado. Todo ello impregnado de serenidad y equilibrio, usando la pintura con un lenguaje de evidencias.

Todos los temas desarrollados en este retablo están meridianamente claros, los símbolos y la iconografía de las imágenes pertenecen al acervo cultural de occidente por lo que son fácilmente identificables, sin embargo, ni siquiera en este ámbito dejará de tener una presencia significativa las localizaciones de una geografía muy determinada, la de Almería. Por ejemplo cuando representa La Huida de Egipto vemos claramente las pirámides, pero él no renuncia a colocar esas pirámides en suelo almeriense, todos reconocemos ese suelo lunar, ese esparto y esa pita en el camino; o cuando miramos a través del balcón en La Encarnación del Hijo de Dios Lo que vemos es el mar de Almería, y casi diríamos la playa de Cabo de Gata. Y por último llegamos a la apoteosis final, el cuadro de La Asunción de María, aquí no hay concesión al paisaje, aquí tenemos una construcción piramidal, tantas veces representada en el Renacimiento, centrada en la figura de la Virgen y cuyo vértice es ocupado por el Espíritu Santo en su forma de paloma, en la base las figuras del duelo y los Ángeles realizados a una escala menor, a la manera clásica. Hasta aquí la deuda con el clasicismo, porque en el tratamiento de las túnicas, de los cuerpos de los santos que ayudan a “transportar” a la Virgen, volvemos a la geometría del plano cincelado, de aristas vivas, y a los colores puros y contrastados, pero esta vez Perceval renuncia aún más al volumen de las figuras, no quiere crear la ilusión de la tercera dimensión, juega con los colores como si de un puzzle se tratara, encajando piezas imposibles en un todo armónico. Y sentimos que todo ello está impregnado de una energía, de una vitalidad telúrica, alegre, festiva, y a la vez sagrada.

El retablo del Altar Mayor está compuesto por siete lienzos de distintos tamaños.

Retablo. 1957. Óleo. 190 x 570 cm. Colección Parroquia Virgen del Rosario. Roquetas de Mar. Almería. Obra de Jesús de Perceval (la primera fotografía corresponde al retablo original; la segunda es tras la rehabilitación del templo en el año 2005. Los siete cuadros fueron restaurados)

Podemos apreciar como al retablo se le introducen unas molduras verticales doradas y molduras horizontales color haya en su perímetro. Las molduras verticales llevan unas estrías a todo lo largo. Se cambia la cruz que culmina la obra. Se añade el escudo de María, modificando la hornacina de la Virgen, la cual de ser un rectángulo pasa a ser una bóveda, formando un semicírculo en su parte superior. A la Virgen se le añade una peana y se coloca el Sagrario o tabernáculo debajo de sus pies. Los colores para esta restauración es el dorado y el haya. Colocándose un zócalo de mármol verde debajo del retablo y jugando con este color en todo el frontal. En los vértices de cada lienzo se coloca una moldura un tanto característica, ya que es el círculo que aparece en el quinto cuadro del retablo, en la Presentación en el Templo. En la parte inferior del retablo se incorpora la siguiente leyenda: “Ave María Gratia Plena”. 

El retablo, sobre todo la hornacina de la Virgen adquieren más luminosidad, pasando de un fondo negro a unos colores cálidos. Esta reforma no ha sido bien vista por estudiosos de la obra de Perceval, por las molduras añadidas posteriormente, ya que según estos el retablo fue concebido y diseñado para cubrir un interior blanco (revestimiento interior de la iglesia). Personalmente pienso que ha sido una reforma acertada. Quizás se pierda algo de estilismo con respecto a la obra original, pero la obra en sí no se ha visto profundamente alterada y sin embargo se le ha dado más volumen al retablo y luminosidad, así como se ha resaltado la imagen de la patrona.

También se ha reubicado el tabernáculo o Sagrario. Anteriormente se encontraba en un altar que existía bajo el retablo. Ahora se encuentra debajo de la imagen de la patrona. La anterior imagen de la Virgen del Rosario se apoyaba sobre una peana de piedra que se encontraba incrustada en la pared de la hornacina de la Virgen. El Sagrario se ha sustituído por otro, el cual es más acorde a la actual reforma del retablo mayor.

Hay que tener en cuenta un aspecto transcendental para entender porque se sustituye el anterior altar. El acontecimiento histórico de vital importancia que influyó fue el Concilio Ecuménico Vaticano II, convocado por Juan XXIII en octubre de 1962 y clausurado por Pablo VI en diciembre de 1965. Las directrices emanadas de él se recogieron en la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia del 4 de marzo de 1963. El objetivo fue hacer que la liturgia resultara más participativa a los fieles y promover un mayor acercamiento a la misma. Hasta esa fecha el concepto espacial de las iglesias era monodireccional, convergente hacia el altar. Esto hacía que los altares estuvieran casi pegados o pegados al retablo. Los sacramentos se realizaban con el sacerdote de espaldas al pueblo para estar mirando al Sagrario, la lengua que se utilizaba en los sacramentos era el latín… por enumerar algunos aspectos.

El retablo es de 1957, por lo tanto es anterior a la celebración del Concilio Vaticano II, de ahí que el Sagrario estuviera ubicado en el altar que existía casi anexo la retablo. El estilo del antiguo Sagrario, así como de la otra imagen de la Virgen del Rosario, están más acordes con el estilo del movimiento indaliano.   

Detrás del Sagrario existe una cavidad donde se encuentra un retablo de madera y un sagrario.

PRIMER CUADRO: La Encarnación del Hijo de Dios

Anunciación. 1957. Óleo. 130 x 190 cm.

“Al sexto mes, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven prometida a un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la joven era María, el ángel entró  donde estaba María y le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo… María dijo: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”(Lucas 1,26-38)

Con sencillez y humildad María acepta la voluntad de Dios en su vida para ser la Madre de Jesús, el Verbo Encarnado. Así nos muestra el camino del cristiano que colabora con Dios desde la fidelidad y la disponibilidad a su Palabra.

SEGUNDO CUADRO: La Visitación de María a su prima Isabel

Visitación. 1957. Óleo. 130 x 190 cm.

“Por aquellos días, María se puso en camino y fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel…Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre…María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”(Lucas 1,39-56)

La alegría de la salvación debe ser comunicada a todos. María no se reserva para ella el gozo de la llegada del Mesías. Por eso también nosotros debemos, con la prontitud de María, ser testigos ante los demás de las obras que Dios hace en nuestras vidas.

TERCER CUADRO: La Huida a Egipto

Huida a Egipto. 1957. Óleo. 130 x 130 cm.

“Cuando se marcharon (los Magos), el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. José se levantó, tomó al niño y a su madre de noche, y partió hacia Egipto”(Mateo 2,13-15)

La Sagrada Familia vive en carne propia los problemas y contrariedades que nos acechan en la vida de cada día. A pesar de todo permanece unida y en la dificultad sigue confiando con esperanza en la voluntad de Dios.

CUARTO CUADRO: El Nacimiento de Jesús en Belén

Nacimiento. 1957. Óleo. 130 x 190 cm

“Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”(Lucas 2,1-20)

En la humildad de un pesebre nace el Hijo de Dios, igual que tantos niños continúan naciendo hoy en la pobreza. Dios hecho hombre y pobre entre los pobres ha venido para salvar a toda la humanidad. Los pobres son los preferidos de Dios y por eso Jesús, su Hijo, nace entre ellos.

QUINTO CUADRO: La Presentación de Jesús en el Templo y Purificación de María

Presentación en el templo. 1957. Óleo. 130 x 190 cm.

“Cuando se cumplieron los días de la purificación prescrita por la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor. Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón que esperaba el consuelo de Israel… lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador”(Lucas 2,22-39)

Jesús es presentado en el Templo, como lo fuimos nosotros el día de nuestro Bautismo. La presentación de Cristo nos recuerda que también nosotros fuimos consagrados a Dios por el Bautismo y nos convertimos en hijos suyos por adopción.

SEXTO CUADRO: La Vida de la Sagrada Familia

Sagrada familia. 1957. Óleo. 130 x 130 cm.

“Cuando se cumplieron todas las cosas prescritas por la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía; estaba lleno de sabiduría, y gozaba del favor de Dios”(Lucas 2,39-40)

Como cada uno de nosotros, Jesús fue creciendo en un ambiente familiar de amor, de respeto, de educación, en valores morales y religiosos, que le ayudó a descubrir lo que Dios quería de él en su vida. La Sagrada Familia de Nazaret es nuestro modelo para nuestra vida de familia.

SÉPTIMO CUADRO: La Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos

Asunción. 1957. Óleo. 130 x 190 cm.

“Por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo…proclamamos y definimos ser dogma divinamente revelado. Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria de Dios”(Pío XII, 1 de noviembre de 1950)

Terminado el curso de su vida terrena, María es glorificada por su Hijo en el cielo. Aquella que estuvo asociada a la obra de redención en la tierra de modo tan profundo, participa ahora también del triunfo de su Hijo sobre la muerte. Ella es para la Iglesia modelo de su condición futura y aliento de su peregrinación por este mundo.