CUERVO RADIGALES, Máximo Miguel (Madrid, 1893 – Madrid, 1982). Militar, católico social.
Durante la Dictadura del general Primo de Rivera desempeñó sus primeros puestos de responsabilidad e influencia. En el Directorio Militar, como ayudante de campo del auditor general Adolfo Vallespinosa, vocal de Gracia y Justicia y, durante el Directorio Civil, como miembro de la Secretaria Auxiliar de la Presidencia del Consejo de Ministros, de la que fue responsable (1927-1930) y de la Asamblea Nacional Consultiva, para la que fue nombrado en 1928. Durante este periodo formó parte de varias comisiones ministeriales, entre ellas, la comisión para el estudio, recopilación y refundición de las disposiciones legislativas sobre el trabajo, cuya labor cristalizaría en el Código de Trabajo de la Dictadura. Asimismo, asistió a las conferencias internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), celebradas en Ginebra en 1926 y 1927, como consejero técnico de la delegación gubernamental española.
Con la proclamación de la República, pasó a la situación de disponible forzoso gubernativo por decisión del gabinete militar de Azaña, permaneciendo separado del Ejército hasta que, tras llegada al gobierno de la CEDA, fue nombrado asesor jurídico de la 1ª Región Militar y, más tarde, miembro de la comisión encargada de la reforma del Código de Justicia Militar. La sublevación militar (17-VII-1936) le sorprendió en Madrid, siendo detenido el 18 de agosto por orden de la Dirección General de Seguridad, que determinó su reclusión en prisión. Tras permanecer preso durante nueve meses en las cárceles de General Porlier y Modelo, en abril de 1937, fue puesto en libertad después de ser declarado absuelto de la acusación de «desafecto» a la República por el Tribunal Popular de Madrid que le juzgó. Lo que no impediría que cinco meses más tarde decidiera evadirse a zona nacional.
Consumada su evasión, a finales de octubre de 1938 se incorporó a la Secretaría de Guerra del Gobierno de Burgos y, en su condición de auditor del Ejército, le fue encomendada la función de vocal ponente en consejos de guerra de oficiales generales. En junio de 1938 fue nombrado Jefe del Servicio Nacional de Prisiones, promoviendo la creación del Patronato de Redención de Penas por el Trabajo, que él mismo presidió hasta junio de 1942, siendo destituido del cargo tras una agria polémica con el ministro del Ejército, general Varela, debido a su firme determinación de aplicar las medidas de libertad condicional a los presos de guerra, en contra de la posición mantenida por algunos jueces militares que pretendían demorar su puesta en libertad.
Su formación jurídico militar contribuyó también a su designación como consejero del Consejo Supremo de Justicia Militar, de cuya Sala de Justicia formó parte (II a VI-1940), y tras su cese como Director General de Prisiones (1943-1951). En enero de 1952 Franco decidió recuperarle para a vida político-institucional del Estado al nombrarle consejero permanente del Consejo de Estado, en el que desempeñó la función de presidente de la sección 8ª (dedicada a los recursos por agravios militares) hasta 1958 y de la sección 6ª (dedicada a dictámenes sobre obras públicas) hasta el año 1976.
Además de su vida militar es preciso destacar también su condición de miembro de la elite católica española. Formado en el Colegio jesuita madrileño de Chamartín, fue miembro activo de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP), cuyo presidente, Ángel Herrera Oria, le llevó a la Junta Central de Acción Católica (1933), de la que fue gerente y jefe de publicaciones hasta la Guerra Civil. Terminada la contienda, fue miembro de la Junta Técnica Nacional de Acción Católica (1940-1946), miembro del Consejo de Administración de la Editorial Católica (1939-1970) y fundador y director de la Biblioteca de Autores Cristianos (1943-1970), que él mismo promovió y convirtió en la colección de publicaciones católicas más importante del mundo. Sirva como ejemplo el siguiente dato: durante los veintitrés años en que estuvo a su frente, la BAC publicó 643 obras de las que se editaron más de diez millones y medio de ejemplares, que fueron distribuidos en cuarenta y ocho países. En relación a su condición de miembro de la ACNP hay que reseñar también su presencia en el Consejo Superior de Protección de Menores (1938- 1947) y en el Patronato de Protección a la Mujer (1943-1949). Como una labor más de «apostolado seglar», en 1929 aceptó ser nombrado vocal suplente del Tribunal Tutelar de Madrid y patrono del Reformatorio “Príncipe de Asturias”, y después de la Guerra Civil (1940-1953), desempeñó la vicepresidencia del Tribunal de Apelación de los Tribunales Tutelares de Menores.
Su relación con Almería data del año 1906, cuando llega a Aguadulce para recuperarse de la enfermedad del tifus exantemático. Al año siguiente, sus padres compraron una casa cortijo con algunas tierras, que se convierten en su segunda residencia y a la que se desplazan periódicamente para pasar sus periodos vacacionales. Durante la Dictadura de Primo de Rivera influyó decisivamente para que Aguadulce pasara del término municipal de Enix al de Roquetas de Mar. Durante la República fue considerado «patrono modelo» en los difíciles años del paro y el hambre. Este hecho resultó determinante para que durante la Guerra Civil fuera puesto en libertad por el Tribunal Popular de Madrid que le juzgó, puesto que recibió los informes favorables del presidente del Comité Local del Frente Popular de Roquetas de Mar, Antonio Martínez, y del alcalde del Ayuntamiento de Roquetas de Mar, Manuel Rivas Marín, que hicieron constar que “al objeto de no boicotear la República y aliviar la crisis obrera” había dado trabajo “a multitud de obreros”, para lo cual había llegado a solicitar un préstamo al Banco Hipotecario, “cumpliendo así las leyes y bases sociales del régimen y aún rebasándolas en muchos casos”, manifestando así “sus condiciones de excelente patrono y granjeándose la simpatía de sus obreros y del vecindario en general”. Terminada la Guerra, en las décadas de los 40 y 50, influyó decisivamente para que el Estado llevara a cabo la actuación del INC en el llamado entonces Campo de Dalías, lo que supuso el inicio del proceso de transformación, puesta en regadío y modernización que ha conducido al actual modelo agrícola almeriense. Y más adelante, ya en la década de los 60, promocionó el sector turístico y residencial de la provincia, consiguiendo que en 1964 el Consejo de Ministros declarara Aguadulce como Centro de interés turístico nacional. Un año más tarde creó la sociedad Urbanizadora Aguadulce, que él mismo presidió durante cuatro años y a cuyo consejo de administración perteneció hasta su muerte en 1982. Por todo ello, en 1957 fue nombrado hijo adoptivo de Roquetas de Mar y, en 1966, recibió la Medalla de Oro de la Provincia de Almería.
Obra :
Los fundamentos del nuevo sistema penitenciario español (1941).
Medios prácticos de fomentar la Previsión Popular en la zona de influencia española en Marruecos (1918)
La clase agraria ante los seguros sociales (1924).
Concilio Vaticano II (1966).
Doctrina Social Católica. De León XIII a Pío XI (1933).
Gutiérrez Navas, Manuel